sábado, 2 de septiembre de 1995

Mensaje de Nuestro Señor a Edson Glauber

Queridos hijos de mi Sagrado Corazón, rezad, rezad, rezad.

Yo, vuestro Señor y vuestro Dios, vengo a daros mi Paz.

Hijitos, mi Corazón está cada día rodeado de una horrible corona de espinas. Son los pecados de todos los hombres ingratos. Necesito almas generosas que oren por aquellos que son infieles, por su conversión.

Hijos, debéis en cada momento limpiaros de todos vuestros pecados. Confesad vuestros pecados siempre. Yo, vuestro Señor, os amo con todo mi Corazón.

Hijitos, deseo vuestra conversión. Rezad mucho. No dejéis a un lado la oración, pues la oración os acerca a mí, vuestro Señor. Os digo que mi venida es inminente, y muchos no estarán preparados para recibirme. Así que, rezad más por la conversión de los pobres pecadores. Escuchad lo que mi Madre os pide tanto. Obedecedla.

Yo, Nuestro Señor, el Hijo de Dios Padre, os bendigo y os coloco dentro de mi Sagrado Corazón. Gracias por vuestra presencia aquí en este momento. Os bendigo: en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.

En esta noche, Nuestra Señora apareció toda vestida de blanco y Su Inmaculado Corazón estaba derramando rayos de luz. Nuestro Señor apareció a continuación, y Él también nos dio Su mensaje de conversión. Jesús está muy afligido por la dureza de muchos corazones. Hay mucha gente que está apegada a las cosas del mundo, al materialismo, y no se preocupa por su propia alma. San Miguel Arcángel también apareció junto con San Gabriel y San Rafael y nos advirtió que debemos más que nunca vivir una vida de conversión, de oración, porque el castigo anunciado por Nuestra Señora y Nuestro Señor ya está muy cerca. Si rezamos y nos convertimos, cambiando el rumbo de nuestras vidas hacia Dios, seremos salvados, pero si continuamos persistiendo en el error y el pecado, solo nos quedará la destrucción y los sufrimientos que hemos acumulado, por nuestros pecados.

San Miguel ha prometido su protección a todos aquellos que se vuelvan a él rezando la oración dedicada a su persona, así como la protección de todos los Ángeles y Arcángeles. Esto es muy importante. No debemos olvidarlos. Es su misión, dada por Dios y la Virgen, protegernos de los ataques de Satanás en estos días de gran batalla. Rezemos entonces.