domingo, 31 de marzo de 1996

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

Queridos hijos, en esta Semana Santa entrad en una comunión de amor con mi divino Hijo Jesús. Reconciliaos con Dios y vuestros hermanos y hermanas y pedid sinceramente perdón por vuestras faltas con total arrepentimiento. Solo entonces estaréis preparados para vivir una unión íntima y una resurrección con Dios. Gracias por vuestras oraciones. Seguid orando siempre, siempre, siempre. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén. ¡Hasta pronto, hijos míos!

Son muchos los incrédulos, hijos míos, pero si oráis, los corazones de vuestros hermanos comenzarán a abrirse a Dios y a mí. Orad, orad, orad. Solo os pido vuestras oraciones para ayudarme en este gran plan de conversión. Llamad a mis hijos a la oración. Unámonos, hijos míos, con nuestras oraciones y sacrificios, ofreciéndolos a Dios por la conversión de todos los pueblos. Yo, la Madre de Dios, ya os he dado mi invitación, ahora escuchadme... Debéis vivir la oración en vuestra familia. Este es vuestro primer paso. Debéis ser oración viviente para Dios.

Cuántas personas incrédulas y de corazón duro hay. La Virgen ora mucho ante Jesús por ellos: constantemente. Una persona incrédula es una persona orgullosa, porque si fuera humilde, sabría cómo entender la presencia de Dios cuando se manifiesta y habla, porque siempre se revela a los humildes.