Mensajes a Edson Glauber en Itapiranga AM, Brasil
miércoles, 11 de noviembre de 1998
Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

Hoy, fuimos a Ghiaie di Bonate, porque fue deseo de Nuestra Señora que yo volviera allí en este lugar. No esperaba que tanta gente acudiera al lugar, porque cuando llegamos a Bonate, la presencia de tanta gente me sorprendió, porque la noticia de que Nuestra Señora aparecería allí ese día se difundió rápidamente.
Yo que esperaba solo unas cinco personas para la recitación del rosario, vi que Nuestra Señora no lo quería así, sino quiere mucha más gente allí orando e intercediendo por el mundo y por las familias. Ella vino este día acompañada de San José con el Niño Jesús, vestidos de oro. Bendiciendo a todos los presentes en la aparición, Nuestra Señora dijo:
¡Que vivan mis mensajes! ¡Que vivan todo lo que ya les he hablado!
Hoy, yo, mi Hijo Jesús y San José abrazamos a cada sacerdote que está presente en este lugar. Los tres queremos dar a los sacerdotes nuestra ayuda, fuerza y bendición.
Nuestra Señora entonces dijo:
Ahora, escuchen a mi Esposo José.
San José, mirándome dijo,
Ama a Jesús más y más. Sé su morada santa para él, donde pueda encontrarse acogido y amado. Acércate cada vez más a Jesús, presente en la Santísima Eucaristía, porque te está esperando para darte todo su amor y sus gracias.
Mi Corazón Más Casto es para todos ustedes, mis hijos....
En este momento, muchos rayos de luz, comenzaron a salir del Corazón de San José e iluminar a las personas que estaban frente a la Capilla. El Niño Jesús, en este momento, hizo la mención con sus manos de que nos estaba concediendo gracias. Entendí que en ese momento cuando Jesús nos estaba concediendo sus gracias, era el momento en que los rayos del Corazón de San José comenzaban a salir. El Niño Jesús dijo:
Acércate al Corazón Más Casto de mi Padre Virginal José y sé un verdadero ejemplo de vida santa para tus hermanos, tal como lo fue y sigue siendo para la Iglesia y el mundo. Ahora te digo, mi hijo: acércate y besa mis pies....
Me acerqué a los pies del Niño Jesús y besé sus hermosos pies iluminados. Una gran emoción y alegría invadieron mi alma. Entonces el Niño Jesús me pidió que besara los pies de su Madre y los de San José. Me acerqué a los pies de la Santísima Virgen, por orden de Jesús, y besé sus pies. En este momento, le pedí a Nuestra Señora que nunca me dejara envanecerme por haber recibido estas gracias y que me ayudara a ser siempre humilde y sencillo. Cuando me acerqué a besar los pies de San José, el Niño Jesús sonriendo amablemente me dijo,
¡En sus pies, hay cuatro besos!
Entendí cuánto aman Jesús y Nuestra Señora a San José, que los amó sin medida y les dio toda su vida. Cuánto aún amamos poco a San José y lo olvidamos, dejándolo de lado. Jesús desea hacer conocer y amar a San José por todos, como se merece, con todo respeto, veneración y reconocimiento. Él fue y sigue siendo muy importante para Jesús y Nuestra Señora.
Este es el tiempo en que debemos amar a San José aún más. Es su tiempo. El tiempo que Dios ha preparado y ha llegado a revelar sus glorias, su poder y su gran importancia para la Iglesia, las familias y el mundo.
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