Mensajes a Edson Glauber en Itapiranga AM, Brasil
lunes, 27 de noviembre de 2006
Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

¡La paz esté con ustedes!
Queridos hijos, Soy Llena de Gracia, su Madre Celestial, que viene a invitarlos a la conversión y a la oración. Este es el tiempo propicio para su conversión, queridos hijos. Oren hasta que la oración se convierta en una gran alegría en sus vidas y la paz inunde su ser profundamente.
Muchos de sus hermanos están viviendo en pecado, y esto me aflige mucho, porque quiero ayudarlos a todos, pero mis hijos no quieren, porque permanecen desobedientes a mis llamados. Oren con su corazón, queridos hijos, una vez más les ruego, oren con su corazón. Orar con el corazón es estar abierto a Dios con su vida y con su alma limpia de todo pecado, desapegados de las cosas que son exageradas con el mundo. Quiero decirles que muchos tienen sus corazones endurecidos porque no aman. El pecado es la razón de tanto mal en el mundo. El odio es el fruto de vivir sin Dios. Cuando no aman a Dios, el odio se apodera de sus corazones y destruye toda la bondad dentro de ustedes. Con la oración, con el ayuno, con los sacramentos pueden destruir todo mal y atraer las gracias de Dios sobre ustedes y sobre el mundo.
La Virgen comenzó a derramar muchas gracias de sus manos sobre todos los presentes y sobre muchas personas de todo el mundo. Sobre los buenos y sobre los malos. Vi en este gesto suyo el gran deseo de bendecir a todos y de conducir a todos sus hijos a Dios para la salvación.
Vean, hijo mío, derramo mis gracias sobre todos, porque no excluyo a nadie. Los amo incondicionalmente, sin distinción. Solo deseo que estén con sus almas limpias de toda mancha de pecado, para que mi Hijo pueda reinar en sus corazones. Prepárense: el mundo será renovado muy pronto. Todo será transformado, mis hijos. Quien escucha y vive mis llamados recibirá una gran recompensa y será protegido de todas las calamidades que caerán sobre el mundo. Pronto, mi Hijo restaurará todo el mundo con su poder, y en ese día no los tomará desprevenidos. No teman, al final, mi Inmaculado Corazón triunfará. Los bendigo a todos: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!
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