Mensajes de diversas orígenes
viernes, 25 de abril de 2025
Llegan los Tiempos de la Gran Conmoción, y Debéis Estar Preparados para Seguirme. No Resistáis Mi Llamada, Acogedla en Vuestros Corazones y Alimentadla con Vuestro Amor
Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a Christine en Francia el 17 de abril de 2025

El Señor - La oración del corazón es también la alegría del corazón que se eleva como un torbellino hacia Mí.
La oración del corazón se convierte en alegría para el alma. Hijos, la alegría es el camino del amor, el camino con Amor, y la alegría produce el fruto de la vida, que es la resurrección del corazón en el Corazón del Amado.
Cuando venís a Mí, encontráis la paz, y la paz que es Mía santifica vuestras moradas.
Hijos, no dejéis de vivir en Mí y Conmigo; Yo estoy con vosotros y a vuestro lado, y espero pacientemente a que comprendáis que siempre estoy con vosotros, que camino a vuestro lado, que pongo la semilla del amor en vuestros corazones, que Mi Palabra habita en vosotros y espera ser saboreada por la mirada de vuestros corazones.
Conmigo hay vida en abundancia. La abundancia no está en la materia, sino en el espíritu, y el Espíritu que Yo soy acompaña siempre a Sus hijos.
No despreciéis lo que viene de lo Alto a cambio de placeres fugaces y pasajeros que os proporcionan diversión inmediata, pero que no alimentan vuestras almas y no pueden traeros la curación. ¡El momento es fugaz!
El camino de la ascensión es siempre arduo, pero cada paso trae paz al alma, paz oculta a los ojos del hombre, pero que sin embargo le invade; mientras que sus placeres fugaces sólo son instantáneos o pasajeros.
La alegría profunda trae la paz; la alegría del momento trae una paz efímera, una falsa paz que es el olvido de la carga, pero la carga permanece oculta.
Alegraos, hijos Míos, y tendréis la verdadera Vida, la que da fruto para el hombre y dentro del hombre, un fruto que madura y trae Agua Viva.
Estoy al lado de cada uno de Mis hijos y llamo a cada uno con ternura, invitándoles a caminar tras Mis huellas y así no ser aplastados, heridos o abatidos por el peso del mundo.
Hijos, alegraos de conocerme.
Soy Aquel que es y que, en el último día, os llevará a Mi Morada, si así lo elegís, si así lo deseáis.
Llamo a Mis hijos uno a uno, vengo a reunir a Mis hijos uno a uno y llevar a Mis hijos uno a uno a Mi Cielo de Gloria, si aceptan seguirme, caminar sobre Mis huellas y así ser liberados y salvados.
Vengo a vosotros para traeros Mi leche para alimentar vuestras almas y vuestros corazones y para llevaros a Mis atrios para salvaros de los mentirosos y del Impostor.
Quien Me sigue no camina en tinieblas, sino que tiene en su interior la Luz de Mi Vida.
Hijos, no abandonéis Mi camino de vida, que es el camino de la curación. Vuestros corazones heridos necesitan Mi Corazón para avanzar hacia la Luz y así fortalecerse y santificarse. El tiempo del llanto traerá a vuestros corazones la Primavera que se acerca.
El llanto, hijos, despierta el alma, y el alma que despierta descubre el Espíritu; y entonces la alegría se apodera de ella, porque ha encontrado el Camino -el verdadero Camino- del abandono en Mi Presencia, y la paz desciende y habita en su morada.
En el silencio del mundo, con la mirada levantada hacia Mi Cielo de Gloria, hacia Mi Sagrado Corazón, el alma toma alas y se eleva, llegando a saborear el perfume del Cielo, que es la paz, esa paz que abraza, inflama y sublima tu corazón, para que llegue a estar a Mi lado y encuentre alegría y fuerza junto a Mi Sagrado Corazón.
Hijos, Yo soy Aquel que está y que os acompaña a cada uno de vosotros; Aquel que, en silencio, os trae Mis palabras de amor y llama a vuestras almas a volar.
Se acercan tiempos de gran agitación y tendréis que estar preparados para seguirme. No os resistáis a Mi llamada, sino acogedla en vuestros corazones y alimentadla con vuestro amor.
Yo, que soy el Amor, escucharé al amor, y guiaré vuestros pasos sin cesar, para que las espinas, las piedras y las rocas no os hieran.
Hijos, se acerca una gran conmoción y debéis estar preparados. Sólo en la oración y la entrega aprenderéis a confiar en Mi Presencia y a caminar por la senda recta.
Sólo la oración abre los ojos del corazón; por tanto, orad, orad sin cesar. La oración es amor, y el amor es oración. ¡Pero ora, ora! Caminad con nosotros: con Mi Madre, con el Espíritu Santo del Padre, que siempre vuela hacia vuestras almas que Le llaman; y con el Padre, que vela por cada uno de Sus hijos con Su divina mirada paternal.
Hijos, preparaos: la hora se acerca. Tomad el camino recto y, en silencio, venid. En la Fuente divina seréis alimentados y se os trazará el camino.
Tened confianza: Yo he vencido al mundo. Tú también vencerás y serás liberado, y vivirás en la alegría: Yo soy tu alegría.
Llámame y vendré a ti. Caminaré sobre tus pasos para guiarte por el camino recto, el único que existe: el del Justo que soy Yo, Yeshua, tu Salvador. Di «Amén».
Cristina-Amén.
El SEÑOR-¡Que así sea!
Bajo Mi manto, vengo a reunir a los Míos. Bajo Mi manto, se os dará protección.
¡Velad, hijos, y rezad, pero velad y rezad sin cesar!
El Diablo, el Mal, está al acecho, vigilando vuestros pasos, esperando para haceros tropezar y haceros resbalar y caer.
No os apartéis de Mí. Paso a paso, sígueme.
Yo te traigo Mi paz. ¡Que se haga según Mi Voluntad!
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