martes, 10 de abril de 2012

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

¡La paz esté con vosotros!

Mis hijos a quienes tanto amo, sed obedientes a Dios y alegren Su Divino Corazón. Estoy aquí ante vosotros para llenar vuestros corazones con el amor y la paz de Dios. Orad con fe y amor. Y también os digo: renovad vuestras vidas acudiendo frecuentemente a la confesión y comulgando, si queréis estar unidos a Dios. Abrid vuestros corazones. Eliminad de vuestras vidas todas las cosas malas. Quien quiera pertenecer a Dios no puede vivir en pecado, ni puede afligir Su Corazón.

Liberaos del pecado, orad por aquellos que están ciegos y que no quieren hacer la voluntad de Dios.

Aquí deseo hacer grandes cosas. Deseo ayudar a las familias, guiándolas a la fuente de la Salvación, que es mi Hijo Jesús.

Escuchad lo que os digo. Vivid mis mensajes, y veréis los milagros de Dios obrando en vuestras vidas y en vuestras familias.

Creed. Tened fe. No dudéis, porque Dios quiere haceros hombres y mujeres de fe y oración. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!

Hoy, Nuestra Señora nos pide que tomemos una decisión seria de vivir unidos a Dios. No podemos querer servir al Señor solo a medias, sino debemos entregarnos completamente en sus manos. No podemos servirle mientras aún vivimos una vida de pecado. Debemos limpiar nuestras almas, eliminar toda la suciedad de nuestras vidas; dejar de lado las cosas sucias y malas si queremos merecer y recibir en profundidad el amor, las bendiciones y las gracias de Dios.

No podemos decir que somos personas convertidas si aún somos la causa de discordia y enemistad, debido a nuestros pecados, nuestros celos o envidia. En la vida de los hijos de Nuestra Señora estas cosas deben ser desterradas y no deben existir. Lo que debe existir y prevalecer en nuestras vidas es la paz, la armonía, la bondad, la misericordia y el amor; la unidad y la santidad. Estos son los objetivos y propósitos que los hijos y servidores de la Virgen Madre deben tener. Propósitos santos y preciosos que nos conducen al cielo. Analizad ahora vuestro camino espiritual y de fe y ved dónde necesitáis mejorar y corregiros, renovando vuestra vida en el amor de Dios.