sábado, 23 de junio de 2012

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber en Ipiranga, SP, Brasil

Nuestra Señora vino una vez más esta noche para transmitirnos su santo mensaje. Nos está mostrando lo que debemos hacer para alegrar el Corazón de Jesús: liberarnos del pecado. Estamos viviendo una gran batalla espiritual entre el bien y el mal y para ganar esta batalla tenemos que acercarnos a los sacramentos y a la oración. Solo así lograremos la victoria de los hijos de Dios. Acoger las palabras de Nuestra Señora es permitir que el Espíritu Divino nos transforme enviando poderosamente su luz del cielo sobre nosotros y nuestras familias. Él es quien nos curará de nuestra sordera espiritual educándonos en la fe, dándonos la gracia para superar nuestros defectos y rebelión espiritual. Ayudar a difundir los llamados de Nuestra Señora es permitir que el mundo se transforme y se salve.

Paz, mis amados hijos!

Yo, vuestra Inmaculada Madre, vengo del cielo esta tarde para pediros oraciones por el bien del mundo y por la conversión de los pecadores.

Mis hijos a quienes tanto amo, convertíos y sed de Dios. No viváis en pecado, sino alegraos siempre en el corazón de mi Hijo Jesús. Aceptad mis palabras como vuestra Madre en vuestras vidas y así la luz divina descenderá del cielo sobre vosotros y os iluminará.

Amad, rezad y reparad por los terribles pecados que se cometen en el mundo. Dios os está llamando a Él. No seáis sordos a su voz y nunca endurezcáis vuestros corazones a su amor y al amor de vuestra Madre.

He venido del cielo para ayudaros. Ahora os pido también: ayudadme difundiendo mis mensajes y mi amor a vuestros hermanos y hermanas que necesitan tanto la luz de Dios.

San Pablo, San Pablo, mucho está pesando sobre ti si no te conviertes. Reza, reza, y Dios tendrá misericordia de ti.

Abrid vuestros corazones a Dios y sed su luz para vuestros hermanos. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!

Nuestra Señora llamó no solo la atención de la ciudad, sino de todo el estado de Sao Paulo, para que cese de ofender a Dios, porque su justicia está pesando sobre él.