martes, 15 de septiembre de 2009

Fiesta de los Siete Dolores de la Bienaventurada Virgen María.

La Madre de Dios habla a través de su hijo e hija Anne después de la Santa Misa Tridentina Sacrificial en Göttingen.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Hoy el altar de María fue iluminado con brillo dorado y plateado. En la corona de la Madre de Dios había muchas piedras preciosas, que brillaban con un resplandor brillante. El rosario y la capa eran azul claro y el vestido blanco.

Nuestra Señora habla hoy: Yo, vuestra queridísima Madre Celestial, hablo hoy a través de Mi instrumento voluntario, obediente y humilde y de Mi hija Anne. Ella está en la voluntad del Padre y en la voluntad de todo el Cielo. Las palabras que ella dice no son sus palabras, son palabras del cielo.

Mis amados hijos, Mi amado grupito, Yo, la Bienaventurada Madre, os hablo hoy. Mi corazón fue atravesado por siete espadas. ¿Podéis imaginar lo que significa sufrir así por toda la humanidad y entregar a Mi único Hijo, el Hijo de Dios, a ellos para verle sufrir - sufrir al máximo hasta la cruz? Mi sufrimiento nunca ha cesado en la tierra. Pero tuve la confianza de que podía ir a la cruz, que podía sufrir todo por amor, - por amor a la cruz y por amor al Dios Trino. El amor ha crecido en mi corazón a través de esto. Se me permitió recibir amor al máximo como la Inmaculada Madre Recibida de Dios.

Y esta madre os habla hoy, Mis amados hijos. Quiero formarlos en las virtudes, para que vuestro amor también pueda ser mayor, mayor hacia la cruz. Porque si amáis la cruz y aprendéis a amar, vuestra vida se vuelve más fácil, entonces empezáis a aceptar vuestra cruz por amor, - sufrís por amor, pero no el mismo sufrimiento que tuve que sufrir yo, sino aceptar y amar la cruz como está destinada para vosotros y no rechazarla. Esto, mis hijos, sólo podéis hacerlo cuando aprendéis a sufrir por amor. Una y otra vez derramo grandes gracias en vuestros corazones, para que a través de estas gracias vuestro amor pueda crecer, para que madure y para que brille como una llama de amor.

Queridos hijos, queridos elegidos, vuestra queridísima mamá sabe sobre vuestro sufrimiento. Venid a mí. Puedo fortaleceros y rociaros con gracias, porque soy la Mediadora de Todas las Gracias, - también la Corredentora, porque he acompañado este Camino de la Cruz hasta la Cruz en Golgota. Todos los sufrimientos que he atravesado. ¿Podéis imaginar alguna vez que una persona pudiera pasar por esta prueba? No. No sería posible. Estaba destinada a sufrir por la humanidad.

Por lo tanto os pido, venid a la queridísima Madre Celestial. Os hará la cruz más fácil, porque vengo a vosotros con un gran amor - con un Amor Celestial, y esto quiero dejarlo fluir más profundamente en vuestros corazones, porque, como sabéis, el gran evento pronto llegará. Para esto es necesario que primero os sintáis amados al máximo y de este amor crece el Amor Divino. Entonces podéis soportar vuestros sufrimientos y los sufrimientos que se os exigen en los últimos tiempos en el Amor Divino, no con vuestro poder humano, sino con el Poder Divino. Se volverá más fuerte, porque el amor se volverá mayor.

Si entregáis todo al Padre Celestial y no os quejáis de lo que tenéis que sufrir, entonces se volverá mayor, entonces vuestro poder de acción se habrá terminado, entonces no queréis hacer nada vosotros mismos, sino entregaros completamente al Padre Celestial. Él puede permitir esta cruz para vosotros, que está destinada para vosotros, y la aceptaréis agradecidos. Sí, creceréis para amar la cruz y podréis abrazar esta cruz. Esto significa tener el mayor amor en vuestros corazones.

Y quiero asegurarme de ello, Mis amados hijos, porque he ido delante de vosotros con estas siete espadas en mi corazón. Sé sobre todos vuestros sufrimientos, sobre todos vuestros dolores. Nunca tendréis que soportar este sufrimiento solos. No digáis, "Puedo manejar esto solo". No, no podéis, porque, como sabéis, seguís siendo nada, una nada que el Padre Celestial ha elegido. ¿Podéis entonces lograr algo por vosotros mismos? No, no podéis lograr nada, nada en absoluto. Todo está designado para vosotros por el Padre Celestial y todo está en Su providencia. No podéis predecir nada. No podéis ver nada por delante. Soportar todo por amor y aceptar todo lo que el Padre Celestial permite con previsión sabia es amor en la medida más alta, que llega hasta el amor a los enemigos. Entonces podéis dar vuestra vida por amor a vuestros enemigos o a vuestros amigos.

"Vuestra vida no es importante. Tengo vuestra vida en mis manos", os dice el Padre Celestial. Os dice, "Os envío, no sois los mensajeros por vuestro poder. Esto significa algo completamente diferente de lo que podéis imaginar. No empecéis a querer explicar todo. No empecéis a justificarte. Sois falibles y permanecéis en la imperfección.

Todo es gracia. Aceptad las gracias todo el tiempo. Corrientes de gracia os desbordan en la Santa Misa Sacrificial. Allí las mayores gracias os lloverán. Aceptadlo y creed en ello! Y cuando os encontréis con hombres, recordad que yo los bendigo en vosotros y a través de vosotros. Porque habéis recibido las gracias, podéis transmitirlas. Permaneced conectados a lo sobrenatural y no explicéis las cosas humanamente. Sólo en lo sobrenatural podéis aprender a entenderlas y reconocerlas.

Seguís siendo nada. Deciros esto una y otra vez, para que no crezca el orgullo dentro de vosotros. El orgullo es del mal, y la seguridad en vosotros mismos que queréis decir también es del mal. Permaneced pequeños. Permaneced pequeños niños en humildad. Esta humildad debe conducir a vosotros al amor, al mayor amor, - a la cruz.

Y ahora vuestra Madre Celestial os bendice con todos los ángeles y santos, con lo sobrenatural, porque está con vosotros, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Sois amados! Permaneced en el amor y vivid el amor! Amén.