Mensajes a los Hijos de la Renovación, EEUU

 

domingo, 11 de diciembre de 2016

Capilla de la Adoración, 3er Domingo de Adviento

 

Hola, Jesús presente en el Santísimo Sacramento. Es tan bueno estar aquí contigo, Señor. Te amo, Te adoro y Te alabo mi Señor y mi Dios. Gracias por la Santa Misa, y por nuestros sacerdotes y por (nombre no revelado) el seminarista que ha venido a nosotros. (nuestra parroquia)

Jesús, por favor, ayuda a (nombre no revelado) y a su familia en este momento de dolor. Llévate a su hijo al Cielo, Señor. Por favor, ayuda a (nombres ocultos) a afrontar esta trágica y repentina pérdida de esposo y padre. Qué difícil es para ellos. Jesús, por favor ayuda también a (nombres ocultos) y a (nombres ocultos) que perdieron a su hija recientemente. Sabemos que nuestros seres queridos no están «perdidos», Jesús. Tú sabes dónde están, pero parece apropiado decir perdidos, cuando uno muere, pues parece una pérdida para los que quedamos.

Jesús, te pido por todos los enfermos; por los que padecen cáncer, Alzheimer, insuficiencia renal, neumonía y enfermedades respiratorias, Jesús, por todos los que se sienten solos, que no pueden salir de casa o que están en residencias de ancianos, en el hospital y que se sienten abandonados por sus seres queridos. Que reciban gracias para saberse amados por Ti, por todo el Cielo e incluso amados por quienes no los conocemos, pero sentimos su sufrimiento a pesar de todo. Jesús, consuélalos y tráeles Tu paz. Señor Dios, te encomiendo a los que van a morir hoy. Abrázalos y llévalos a Tu Reino Celestial. Gracias, Señor.

Señor, últimamente mis oraciones me parecen áridas. Creo que mis palabras son cháchara sin valor y tonterías. Provienen de un corazón árido, Jesús. Quizás, no tengo «corazón». No lo sé Señor, pero mi alma está llena de dudas y muchas preocupaciones. Dudo tanto de mí misma, Jesús, que a veces no sé qué pensar. Señor, supongo que nada de esto importa. Debería centrarme completamente en Ti. Tú lo eres todo para mí, así que, por favor, perdóname por esto si estoy fuera de lugar. Siento que puedo contártelo todo, por trivial que sea, y te agradezco que Te preocupes hasta por la más pequeña de nuestras preocupaciones. Gracias por Tu bondad, Tu amor y Tu gran misericordia. Te quiero, Jesús. Ayúdame a amarte cada vez más. Transforma mi corazón enclenque y sin amor, Jesús, y restaura mi alma. Señor, creo que no he pedido lo correcto. Dame un corazón como el de Tu Madre. Necesito un trasplante completo de corazón, Jesús.

Bendita Madre, Madre de mi Señor Jesús, dame Tu corazón, por favor. Te daría el mío a cambio, pero es bastante pobre y Tú eres tan bella y buena. Tú eres la Reina del Cielo y de la tierra y qué podrías querer de mi corazón, aún así te pertenece. Todo lo que soy y todo lo que tengo, vino de Dios y puesto que Tú eres Su Madre, también es legítimamente Tuyo. Puesto que Tú eres mi Madre, por la gracia y benevolencia de Jesús, todo lo que soy y todo lo que poseo es Tuyo. (Aunque eso no es decir mucho.) Es como si un mendigo que viviera en la calle, vestido con harapos, llamara a la puerta del Rey y la Reina Madre le respondiera. El mendigo dijo: «Querida Reina, te doy todo lo que tengo. Sólo quería que supieras que todo lo que tengo te pertenece». Así me ocurre a mí. Me doy cuenta de que no tengo nada, pero aun así deseo dártelo todo y desearía que fuera mucho, mucho más. Pero, ¿qué podría necesitar alguien que lo tiene todo? Me alivia mucho que Tú quieras lo que desean todas las madres, el amor de sus hijos. Esto puedo dártelo querida Madre de mi Señor. Puedo darte y te daré mi amor por pequeño que sea, eso es lo que puedo dar. Te lo doy a Ti, Madre Bendita y te pido que tomes mi amor imperfecto y lo conviertas en algo hermoso para dárselo a Jesús. Todo lo que Tú das es perfecto y hermoso, así que, por favor, toma mi regalo sencillo y poco extravagante, conviértelo en algo hermoso y dáselo a mi Señor. Gracias, hermosa Madre. Te amo. Te confío todas mis necesidades, las de mis seres queridos y las suyas. Por favor, preséntaselos a Tu Hijo. Mañana es Tu fiesta, Madre bendita. Amo Tu aparición y la historia de lo que Dios hizo a través de Ti y de Tu mensajero, Juan Diego. Por favor, transforma nuestro país de la misma manera. Somos una cultura pagana, querida Madre, y estamos matando a dulces bebés en el vientre de sus madres. Por favor, ruega a Jesús que cure nuestros corazones y nuestras almas; que nos quite las escamas de los ojos para que veamos la verdad y detengamos estos horribles crímenes contra los santos inocentes. Santos inocentes de Belén, rogad por nuestra conversión. Tú, el primero de los mártires de mi Señor, ruega por nosotros.

«Ovejita mía, me alegro de verte y de estar contigo. Siempre estás Conmigo, pues camino contigo, pero tenerte aquí Conmigo, en esta pequeña capilla, Me es grato. Me complace que más de Mis hijos Me visiten en Adoración durante este tiempo de Adviento de esperar y velar. Mis hijos deben practicar el esperar y velar por Mí. Esta práctica espiritual es muy necesaria en Mis hijos de hoy».

Jesús, parece que para que podamos esperar y velar por Ti, se necesita la virtud de la esperanza. Como ésta es una de las virtudes teologales, sólo llega por Tu gracia. Jesús, danos el don de la esperanza, para que la gente desee esperarte y velar por Ti. Danos fe, esperanza y amor, Señor. Danos corazones abiertos, para que estemos preparados para recibirte, Jesús, cuando vuelvas a venir a nosotros el día de Navidad.

Jesús, los pastores estaban «vigilando» a sus rebaños cuando aparecieron Tus ángeles anunciando nuevas de gran alegría. Creo que también esperaban y velaban por Ti, el Mesías. Seguro que contaban historias mientras se calentaban junto al fuego por la noche. Imagino que hablaron de la venida del Mesías durante generaciones y quizá los pastores pasaban más tiempo contemplándote mientras apacentaban a sus ovejas, las vigilaban por la noche y atendían a las necesidades de su rebaño. Debes amar profundamente a los pastores por dejarlo todo e incluso abandonar a sus ovejas para ir a ver al nuevo Mesías envuelto en pañales y acostado en un pesebre, un comedero para animales. Mi corazón está con ellos y anhelo haber sido testigo para haber visto todo esto tener lugar. Jesús, por favor, muéstranos esto alguna vez, Señor. Estaría tan agradecida de ver Tu vida, tanto como me sea posible soportarla. Tal vez Tú permitas que los que lleguen al Cielo vean esto de alguna manera. Al menos, puedo imaginar de alguna pequeña manera, cómo debió ser. Gracias, Señor, por todo lo que has hecho por Tu pueblo. Gracias, por todo lo que has hecho por mí y por mi familia. Tu amor no tiene límites, Jesús.

«De nada, hija mía. Te quiero mucho. Es bueno que contemples estas escenas de Mi vida, hija. Aunque no puedas ver como si fueras un espectador, tu contemplación te lleva allí en tu corazón. Yo estoy presente para ti y estoy fuera del tiempo, pues Yo creé el tiempo. Ven con los pastores de antaño. Camina con ellos mientras seguían Mi estrella y Me encontraban tal como les habían dicho los ángeles. Ven. Acércate a Mí mientras yacía en el pesebre y cuando empecé a sentir el frío y la humedad de la noche, y empecé a gemir suavemente, Mi Madre Me estrechó entre sus brazos más tiernos. Ven. Adórame, hija Mía, porque los que adoran tienen el corazón abierto y lleno de amor y pueden recibir fácilmente los dones que tengo para ellos. Cada regalo que tengo para dar está hecho de forma única y es específico para cada alma. Igual que tú haces regalos diferentes a tus hijos en función de sus necesidades y deseos, así hago Yo regalos diferentes a Mis hijos. Aunque los pastores Me trajeron regalos, como queso y otros pequeños objetos de su posesión, así también Yo les di regalos por dejar todo lo que les era querido, para venir a adorarme a Mí, el Rey recién nacido. Sí, hija Mía, fue una noche hermosa. En efecto, fue una noche santa, pues Yo, Dios, había venido al mundo, a toda la humanidad, para vivir entre Mi pueblo. En el cálido abrazo de Mi Santa Madre María, y bajo el manto protector de Mi amado San José, fue una noche muy santa, en verdad. Era la primera vez, desde la caída de Adán y Eva en el Jardín, que pisaba la tierra para caminar entre los hombres. Aunque fue santa, también fue doloroso sentir las almas frías y oscuras de aquellos que, en los alrededores de Belén, habían negado al más santo de los Míos, sitio en sus casas y posadas. Esto Me causó el mayor dolor en Mis primeras horas de nacimiento y antes de nacer, pero también fue Voluntad de Mi Padre que Yo naciera en tan mezquino estado, pues vine para los pobres y los enfermos, no para los que se consideraban por encima de Dios, sino para los que amaban y servían a Dios. Vine también para los que no creían y no amaban, para mostrarles el amor de Dios. Por eso, hijos míos, debéis amar también a los que parecen alejados de Dios, pues Yo les amé primero. Vosotros debéis hacer lo mismo. Algunas personas son muy difíciles de amar. Reflexionad sobre ello, hijos míos. ¿A quién es difícil amar en vuestra vida? Rezad para obtener la gracia de amar a esa persona. Reza para que esta persona o personas se abran a recibir Mi amor y luego reza para saber cuál es la mejor manera de mostrarles Mi amor. Pídemelo y Yo te dirigiré. Empezad ahora, hijos Míos. Éste será un hermoso regalo que Me haréis cuando llegue el día de Mi nacimiento. Recibiré vuestros regalos de amorosa bondad con gran alegría».

Gracias, Señor. Es hermoso pensar en una efusión de amor y bondad durante los próximos días previos a la Navidad. Qué hermoso.

Jesús, por favor bendice a (nombres ocultos). Son tan fieles para adorarte. Las rodillas de (nombre oculto) están tan doloridas, Señor, y sin embargo sigue acudiendo a su cita para la Adoración. Por favor, cúrala, Jesús. Le preocupa ser una carga para los demás. Sé que es una bendición, Señor, y no una carga, pero ama a su hijo y sabe que esto es difícil para él. Señor, qué alma tan fiel es. Jesús, también rezo por los que sufren depresión. La estación invernal es especialmente difícil para algunas personas debido a la falta de luz solar. Confórtalos y consuélalos, Jesús. Ayúdales a sentirse cerca de Ti.

«Hijo mío, estoy especialmente cerca de los que sufren, porque yo sufrí. Yo consolaré a los que sufren y los que Me anhelan serán consolados. Hija mía, escucho tus oraciones y salen de tu corazón. No te preocupes por cómo te sientes. Tu corazón puede sentirse seco, pero ciertamente no está tibio. Tienes mucho amor por tus hermanos y hermanas. Gracias por consolar a los que están de luto. Esto es lo que quiero que hagan Mis hijos: tender la mano a los que lloran. Caminad junto a ellos. Llorad con ellos, hijos Míos. Es difícil enterrar a los seres queridos, sobre todo cuando mueren justo antes de Navidad, ya que muchos se reúnen con sus familias en esta época del año. Queda un vacío, sin embargo, piensa en lo maravilloso que sería para las almas estar en el Cielo Conmigo para la gran celebración de Mi encarnación y nacimiento».

¡Eso sería increíble, Jesús!

«Sí, hija Mía, así será».

Jesús, ¿tienes algo más que decirme?

«Sí, hija Mía. Preparaos para la próxima celebración de Mi venida al mundo. Recibid los Sacramentos. Tengo gracias para vosotros, para cada uno, y os esperan en el confesionario y al partir el pan, Santa Eucaristía. Hija mía, hoy he notado que sufrías durante la Comunión. Yo estaba contigo, cuerpo, sangre, alma y divinidad bajo la forma del vino. Está bien que no tuvieran hostia, hija mía. Yo estaba contigo y en ti en el vino consagrado. No te abandonaré, hija Mía, así que no te preocupes por eso. Todo está bien. Todo irá bien».

Gracias, Señor. Gracias por Tu presencia en mi vida y en la de los que me rodean. Es un verdadero don de la gracia ser testigo de cómo actúas en los corazones de los que me rodean, a través de (nombre oculto), a través de los que cuidan de él. Puedo ver el dar y recibir de la gracia que fluye de Tu corazón misericordioso y amoroso. Gracias, Señor, por el don de la vida. Ayúdanos a tender la mano a quienes se sienten solos y tienen miedo. Hay muchas personas en el mundo que no conocen Tu amor o no han experimentado Tu amor. Ayúdanos, Tus hijos, a llevarles Tu amor. Ayúdanos a ser Tus manos extendidas y las manos extendidas de Tu Santa Madre María.

«Sí, hija Mía. Deseo que todos Mis hijos sean las manos extendidas de Mi Madre. Acércate a los necesitados. Estad alerta y despiertos para que veáis a Mis amados hijos necesitados. Están a tu alrededor. Sé consciente y reza para que te guíe. Estad abiertos a ellos incluso antes de verlos. Preparad vuestros corazones. Recordad que al realizar actos amorosos de bondad lo hacéis por Mí. No estéis demasiado ocupados para amar a cada uno de Mis hijos. Son muy valiosos para Mí. Aunque sean, como tú dices, como un mendigo, hija Mía, no son mendigos para Mí, sino Mis preciosos y hermosos hijos y anhelo curar a cada uno por Mi amor. Vosotros, Mis Hijos de la Luz, debéis llevar Mi amor a un mundo herido. Hay almas a vuestro alrededor que están desesperadas por una palabra amable, una sonrisa, un pequeño acto de amor para que se fijen en ellas. Notar es dar dignidad a otro. Notar, con un saludo y una sonrisa, una palabra amable o un gesto de amor. Los pequeños actos de bondad no son pequeños para Mí, hijos Míos, cuando se hacen por amor a Mí y a Mi Santísima Madre María. Os he dado tanto de Mi amor, hijos, dad aunque sólo sea un poco de esto a los demás. Vivid el Evangelio, hijos Míos. Vivid para Mí. Preparad vuestros corazones para Mi venida. Deseo habitar en vuestros corazones, pero no Me impongo. Por favor, invitadme. Espero Vuestra invitación, hijos Míos, pero no os demoréis demasiado».

Jesús, Tú eres un perfecto caballero, aunque eres el Dios Todopoderoso. Me asombras por Tu gentileza, Tu respeto por nuestro libre albedrío y Tu gran amor e infinita misericordia. Por favor, mora en mi corazón, Jesús. Te invito, Señor Dios y espero Tu venida a mi corazón. Por favor, no vengas como un visitante, sino establece allí tu residencia. Me doy cuenta de que soy indigno, Jesús, pero anhelo estar unido a Ti de esta manera. Por favor, pasa por alto mis pecados y mis faltas y ven a pesar de ellos. Una vez que lo hagas, se consumirán como la paja. Purifica mi corazón, Señor. Dame un corazón como el de Tu Santa Madre María. Dame Su fe, Su valor, Su celo por Ti. Ayúdame a dar Tu amor a los demás, Señor, pero para ello debes plantar Tu amor dentro de mi corazón, para que florezca y crezca hasta desbordarse. Ayúdame a amarte y servirte, Jesús mío. ¡Te amo!

«Hijo mío, te amo. Yo estoy contigo. Me tienes a Mí, hija mía. Estoy obrando en ti, aunque tú no lo veas. Apóyate en Mí. Ese es Mi deseo».

Gracias, Señor mío. Gracias por ayudar a (nombre oculto) a superar la operación y por llevarlo a casa con su familia. Ayúdale a seguir recuperando la fuerza y la salud. Te lo ruego también por (nombre oculto) y por (nombre oculto) y todos los enfermos. Por favor, convierte también su corazón Jesús. Dale el don de la fe. Rezo también por los que están alejados de la Iglesia. Tráelos al redil, queridísimo Pastor de los corazones. Te amo, Jesús.

«Te amo, hija Mía. Ve en paz. Te bendigo en nombre de Mi Padre, en Mi nombre y en nombre de Mi Espíritu Santo. Sé amor y misericordia, hija Mía. Sé Mi alegría».

¡Amén! ¡Aleluya! Gracias, Señor.

Origen: ➥ www.childrenoftherenewal.com

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