Mensajes para Marcos Tadeu Teixeira en Jacareí SP, Brasil
sábado, 10 de diciembre de 2016
Mensaje de María Santísima

(Marcos): ¡Por siempre sea alabada! Sí, estoy muy bien ¡Mamá! Sí, desde anteayer, prácticamente sin comer nada.
No, no he sentido nada. Oh, ¡sí que lo sentiste! Diré que sí. Quería darte las gracias por las maravillosas señales que hiciste el 8 de diciembre, especialmente en la estatua de mi Padre espiritual Carlos Tadeo. Muchas gracias por confirmar con estos signos que era tu voluntad que esto se hiciera.
Y ¡muchas gracias por haber confiado tanto en Mí durante toda mi vida y haberme elegido para traer tantas gracias al mundo desde tu Corazón! Gracias, gracias Mamá».
Sí, sí. Yo también te doy gracias por él, y te pido que me des la gracia de honrarlo más cada día de mi vida. Sí. Sí».
(María Santísima): «Queridos hijos, hoy, en esta noche bendita del aniversario del traslado de mi Santa Casa a Loreto vengo de nuevo a vosotros para deciros: Sed mis santas casas, rezando cada día mi Rosario con amor y con el corazón.
Sed mis santas casas leyendo cada día mis Mensajes y viviendo mis Mensajes con amor.
Sed mis santas casas haciendo sacrificios por la conversión de los pecadores, porque todavía hoy son muchos y siguen atravesando mi Corazón Inmaculado con sus pecados.
Sed mis santas casas huyendo del pecado y viviendo cada vez más en la gracia de Dios, en la amistad de Dios.
Sed mis santas casas levantando en vuestras almas hacia mí muros hechos de ladrillos de amor, de muchos Rosarios. Columnas hechas de pura fe y obediencia a Mí. Tejados de sacrificios, penitencia y virtudes. Ventanas de verdadera docilidad, humildad, mansedumbre, inocencia. Puertas de generosidad, de entrega total a Mí y a Dios.
Así, hijos Míos, haréis verdaderamente casas santas para Mí dentro de vuestros corazones, moradas santas como Mi casa de Nazaret donde podré vivir con Jesús y mi esposo José reinando en vosotros cada día y transformando verdaderamente vuestras almas en un segundo cielo.
Sed mis santas casas viviendo cada día más en la esperanza de que mi Corazón Inmaculado triunfará y llevad también a todos mis hijos esta gran esperanza para que no se desanimen en estos tiempos de gran tribulación.
Quiero que sean mi santa casa, toda limpia de toda mancha de pecado, perfumada de amor, de virtudes y de oración, especialmente del Rosario, adornada con hermosas cortinas de servicio, de obras de amor hechas por Mí.
Adornada con las flores más bellas y fragantes de tu confianza en Mí y de tu total consagración a Mí, viviendo completamente dependiente de Mí y como ha dicho hoy Mi hijito Marcos: ¡o vives para María o mueres!
Entonces verdaderamente viviré en la casa de vuestras almas, reinaré en ellas como en Mi segundo cielo, haré de ellas Mi palacio y en ellas, y en ellas mostraré Mi poder, Mi presencia maternal que tocará, que llenará de luz y de amor los corazones de todos mis hijos renovando el mundo entero.
El traslado de Mi Santa Casa de Nazaret a Loreto también os trae, a todos Mis hijos, este Mensaje: Trasladaos, trasladaos de la Tierra al Cielo. Trasladaos de las cosas mundanas a las cosas celestiales. Trasladaos de la tierra del pecado a la tierra de la gracia. Trasladaos de las tinieblas a la luz. Trasladaos del mal al bien. Del odio, de la dureza de corazón a la paz, al amor.
Entonces seréis verdaderamente Mis hijos, Mis queridos hijos, como Yo que soy Tota Pulchra, Toda Pura, Toda Bella. Y entonces, a través de vosotros, hijos míos, podré verdaderamente irradiar mi mística luz maternal como un sol resplandeciente de gracia que eliminará finalmente del mundo todas las tinieblas del mal y del pecado y hará reinar a mi Corazón Inmaculado.
Continuad rezando mi Rosario todos los días, a través de él os transformo cada vez más en mis casas santas como mi Casa de Nazaret donde puedo vivir, reinar verdaderamente con Jesús y mi Esposo José y hacer allí las mayores obras y maravillas de la gracia.
Deseo que este mes os preparéis todos para la Navidad de mi Hijo Jesús rezando el Trigésimo número 10, quiero que lo hagáis de nuevo después del 13 hasta el 26 hasta el final.
Para que de verdad, hijos míos, esta Navidad os dé a todos, bien preparados y purificados para Mi Hijo Jesús.
En este santo día en que el Cielo y la Tierra se regocijan en la traslación de Mi Santa Casa os bendigo mucho a todos y os digo: ¡Paz, Paz, Paz!
Y a ti, mi querido y amadísimo hijo Carlos Tadeo, cuánta alegría has traído a mi Corazón por haber venido en la Fiesta de mi Inmaculada Concepción.
Sí, hijo, has sacado tantas espadas y espinas de mi Corazón, y yo a mi vez he puesto en tu corazón muchas esmeraldas místicas de esperanza y fortaleza, muchos rubíes místicos de amor y caridad. Muchas, muchas turmalinas de esperanza, de prudencia, de ciencia. Muchos zafiros de comprensión, de consejo, de temor de Dios, de magnanimidad.
Sí, tienes un rico tesoro en tu corazón, te he enriquecido mucho y hoy vengo a decirte solemnemente, hijo mío, que recuerdes siempre tu venida aquí este 8 de diciembre, te lo prometo: Que cada 7 y 8 de cada mes te daré la gracia de pedir de verdad cualquier ciudad del mundo, para que los castigos que penden sobre ellas como espadas sean anulados.
La ciudad que elijas que el Señor no te castigue. Y te prometo hijo que en esos días, en esos dos días del mes, muchas almas se salvarán allí y derramaré sobre mis hijos los torrentes de mis gracias maternales.
Hago todo esto porque os quiero mucho y porque deseo favoreceros. No podéis imaginar cuánto os necesito, seréis muy, muy útiles, muy necesarios para mi hijo Marcos no sólo cuando deje de aparecerme a él y de hablarle, para que no muera de dolor. Sino que serás muy necesaria para él en el momento de las gracias místicas que aún le preparo en el futuro.
Serás su apoyo para que no desfallezca de tanto amor y de tantas gracias sobrenaturales que le daré.
Serás el refuerzo y el apoyo de su humanidad. Y sobre todo, en la hora de su muerte serás muy necesario a su lado, para que pueda ascender verdaderamente al Cielo sin tristeza y también sin dolor.
Finalmente, seréis necesarios para Mis Planes de Aquí, no sólo en el aspecto espiritual, sino en muchas otras cosas que os confiaré a su debido tiempo. Así que reza, confía, espera y ten la seguridad de que tu vida está en Mis Manos y nada, ni siquiera una pajita, ni una motita cae sobre ti y toca tu cuerpo si Yo no lo permito, si Yo no lo quiero.
Por eso, hijo mío, estate tranquilo y feliz porque tienes en el cielo un centinela poderoso, un guardián y una Madre que se desvela por ti cada día y nunca, nunca te abandona.
Sobre ti derramo ahora mis gracias especiales, las gracias de mi Santa Casa de Loreto. Y también sobre mi amado hijo Marcos derramo ahora muchas, muchas gracias especiales por haber hecho la película de mi Casa de Loreto, de esa manifestación maternal para que mis hijos me conozcan, me amen más, deseen ser más mis moradas, mis casas santas.
Y tú, hijo Carlos Tadeo, por ser su consorte también recibes hoy estas gracias tan especiales de mi Corazón Inmaculado por los méritos de mi hijo Marcos Tadeo.
Y sobre todos vosotros aquí presentes, mis queridos y amados hijos, derramo mi maternal bendición desde Loreto, Bonate y Jacari».
(Santa Lucía): «Queridos hermanos, yo, Lucía, Lucía de Siracusa, me alegro de venir hoy de nuevo a vosotros.
Mañana celebraréis aquí Mi Fiesta por adelantado, volveré con Nuestra Reina, para bendeciros una vez más. Y hoy vengo a decíroslo de todo corazón: Sabéis que tengo Mi Santuario en Siracusa, ¡sed vosotros Mis Santuarios vivos!
Sed también Mis Santuarios vivos, viviendo como Yo en el amor de Dios, en la gracia de Dios, buscando cada día las virtudes, tratando de superar vuestros defectos.
Y sobre todo, sed cada día santos como Yo soy santo, la santidad es amor, es amar a Dios y hacer Su voluntad, eso es la santidad.
Vive la santidad, es fácil, es sencillo, ¡no te compliques! Ama a Dios, haz Su voluntad día tras día con fe, con amor, con humildad. Y entonces serás verdaderamente perfecto a los ojos de Dios, como lo fui Yo.
Sed Mis Santuarios vivos huyendo cada día del pecado, de las cosas mundanas, viviendo cada vez más en intimidad con Dios, con la Madre de Dios en la oración. Para que verdaderamente Ella venga a vivir en vosotros como en su segundo cielo, su jardín de las delicias, su morada de gracia, su rosario de amor.
Sed Mis santuarios vivientes imitando la vida de unión con Dios que Yo tuve mediante la oración, la ascesis, es decir, el esfuerzo continuo por ascender cada vez más en unión con Dios mediante la meditación, la lectura espiritual, la contemplación de Dios, de Nuestra Santísima Reina, del Cielo.
Ah, hermanos míos, ¡el Cielo! El Cielo me encantó, el Cielo embelesó mi corazón. Cuando pensaba en el Cielo, en mi Jesús que me esperaba allí, en mi Reina Santísima que me esperaba allí con amor y a la que vería y abrazaría.
Cuando pensaba en Mi Padre del Cielo, que me esperaba allí con amor, Mi corazón se derretía de amor. E incluso en medio del fuego siendo quemada viva, arrancándome los ojos, siendo arrastrada por carros de bueyes y al mismo tiempo cortándome el cuello, nada de esto Me importaba.
Nada de esto podía separarme de la unión con Mi Dios, Mi Padre y Esposo de Mi alma. ¡El Cielo! Al Cielo quería ir para amar a Dios eternamente, para darle alegría, amor perpetuo. Este Cielo, este Cielo era mi fuerza, era mi luz, eran las alas que me hacían volar alto en el Cielo de la santidad.
En la noche de la víspera de Mi Martirio, el 12 de diciembre, cuando la Madre de Dios se me apareció con Mi divino Esposo en Sus Brazos, me prometieron el Cielo. Qué alegría sintió mi corazón, supe que nunca iría al fuego del infierno para ser atormentada por los demonios en ese terrible fuego, nunca, nunca.
Sabía que ya poseía la vida eterna, que poseía el Cielo y eso Me dio la fuerza para aceptar el fuego, la espada, los helicópteros y todo lo demás.
¡Ah, hermanos míos meditad en el Cielo! ¡Qué equivocados estáis por no meditar en el Cielo! Cómo se peca por no meditar en el Cielo y no amar el Cielo, no desear el Cielo por encima de todo.
¡Ah, hermanos míos! Qué aventurado es quien puede decir cómo ya en la vida mortal poseo la vida eterna, tengo el Cielo, no iré al infierno. Mayor felicidad y riqueza que esa alma, mayor bien no pudo recibir del Señor, mayor gloria, mayor regalo de manos de María Santísima, mayor corona, mayor tesoro y mayor venero.
Ya está viviendo el Cielo en la Tierra, ya está viviendo con la paz del Paraíso en el corazón, ya está viviendo con la alegría del Cielo en el corazón y hasta está poseyendo a Dios en el corazón, sólo le falta verlo cara a cara.
Pero si ya lo posees, si ya lo disfrutas, ya lo disfrutas. ¡Oh! ¡Desea el Cielo! Desea el Cielo con esas maravillas que te esperan allí, desea el Cielo donde Dios te abrazará como Padre a Su Hijo. Nuestra Reina que te abrazará y te sostendrá en su Corazón Inmaculado, te depositará en sus brazos maternales y no te dejará marchar nunca más.
Donde Nosotros los Ángeles y los Santos te amaremos todo el tiempo, te abrazaremos y te daremos a probar, a gozar delicias y maravillas que nunca has visto ni sentido aquí en la tierra.
Cree en ello, ten fe y, por el amor de Dios, di no a las cosas mundanas que quieren llevarte y robarte ese cielo. No permitas que otro venga a quitarte tu corona, honra tu corona, ama tu corona, desea tu corona, hazlo todo por tu corona y verdaderamente el cielo será tuyo.
Sed por fin Mis santuarios vivos, rezando Mi Rosario cada semana, a través de él os transformaré en Mis santuarios vivos. Santuarios del Señor, donde el Señor estará vivo, reinante, activo, benévolo, llenando cada día vuestra alma y vuestras vidas de gracias infinitas, de alegría y de amor sin fin.
Te amo y te amo especialmente también querido Hermano Carlos Tadeo, en el momento de Mi Martirio también te vi.
La Madre de Dios te me mostró en la Plaza de Siracusa donde fui martirizado, te vi, te amé, ofrecí mi martirio que iba a sufrir por ti, para que tú que no sabías ni cuándo ni dónde vendrías al mundo pudieras amar al Señor, amar a María, ser santo, cumplir perfectamente tu misión.
Y por eso cada día 13 de cada mes que se me dedique en honor de Mi Martirio os daré muchas, muchas gracias. Y cuando recéis mi Rosario descenderé del Cielo viva junto con Águeda de Catania y también con San Sebastián, para bendeciros, para colmaros de los favores del Señor y para cubriros verdaderamente con mi Manto de Amor.
A todos vosotros, amados hermanos, os bendigo con amor desde Siracusa, Catania y Jacari.
(María Santísima): «Queridos hijos, todos los que habéis recibido el Rosario que envié a mi hijo predilecto Marcos Tadeo para que os entregara, sois un don y un regalo de mi Corazón. Recibid este Rosario como un signo de mi amor y protección para cada uno de vosotros.
Llevad este Rosario siempre con vosotros. A través de él os daré muchas, muchas gracias. Y a todos vosotros, hijos Míos, que recibáis estos Rosarios que ahora he tocado con Mi siervo Geraldo y Mi sierva Luzia, en las casas donde estén habrá Mi protección, Mi Gracia, Mis Ángeles custodiando y protegiendo esa casa de todo mal.
Y sobre todo, la casa que tenga estos Rosarios tendrá la misma protección que tuvieron los israelitas en Egipto cuando pasó el Ángel del Castigo.
En el tiempo del Castigo la casa que tenga estos Rosarios no será tocada por el azote de la ira de Dios y los demonios no podrán agarrar a los que los tengan.
A todos os bendigo con amor ahora, buenas noches».
Orígenes:
El texto de este sitio web se ha traducido automáticamente. Por favor, disculpa cualquier error y consulta la traducción al inglés.